Me pasa que en estos días, que en estas semanas me he enamorado de cuánta mujer cubana toca por mi puerta... A lo mejor hago mal, lo sé, en ser tan ligero de cascos. Se me da en automático desde que te marchaste. Cualquier indicio tuyo y de tu idiosincrasia cubana me remite como la brújula imantada, que vira siempre hacía el norte, así yo viro, siempre hacia ti. Soy la isla separada del continente, éramos Pangea, y la pena de esta separación es tan profunda y amarga como las aguas del océano. Así he estado, mirando hacia atrás, volteando a tu recuerdo. Deseando regresar contigo y que regreses. Me convierto en estatua de sal. De sal soy, me deshago en llanto, no me puedo contener.
Te volviste el amor de mi vida. Te amaba con toda la inteligencia y las fuerzas que era capaz de tener. Hicimos planes pero te marchaste. Y tú que decías que juntos éramos Dios y que estaríamos así hasta el fin de la eternidad, me hiciste soñar y volar...
No niego que tuviste tus motivos, para la separación siempre los hay.
No me liberas con tu adiós, te libras de mí... No es que yo te haga falta, eras tú quien me hacía falta.
Te volviste el amor de mi vida. Te amaba con toda la inteligencia y las fuerzas que era capaz de tener. Hicimos planes pero te marchaste. Y tú que decías que juntos éramos Dios y que estaríamos así hasta el fin de la eternidad, me hiciste soñar y volar...
No niego que tuviste tus motivos, para la separación siempre los hay.
No me liberas con tu adiós, te libras de mí... No es que yo te haga falta, eras tú quien me hacía falta.